Profunda crisis en el MAS: Evo Morales y Andrónico Rodríguez en abierta confrontación

El Movimiento al Socialismo (MAS), partido político que gobernó Bolivia durante casi dos décadas, atraviesa su peor momento desde su fundación. La fractura entre Evo Morales y Andrónico Rodríguez ha escalado a un nivel sin precedentes, destapando disputas internas, acusaciones cruzadas y una lucha abierta por el control del instrumento político.
La tensión se hizo evidente cuando Andrónico Rodríguez, presidente del Senado y considerado durante años el “delfín” político de Morales, se desmarcó abiertamente del liderazgo del exmandatario. “Evo debería sentirse orgulloso, no celoso, de las nuevas generaciones”, declaró Rodríguez, marcando un punto de quiebre definitivo.
En respuesta, Evo Morales acusó a sectores dentro del MAS de intentar desgastar su figura y denunció una conspiración política impulsada por el gobierno de Luis Arce para dividir al movimiento. “El objetivo es proscribirme política y moralmente”, afirmó Morales, insinuando que el ministro Eduardo del Castillo y otras figuras buscan su eliminación política.
La crisis se intensificó con la reciente decisión del Tribunal Supremo Electoral (TSE) de excluir a Evo Morales como candidato presidencial, argumentando que no cumple con los requisitos de residencia. Además, el TSE suspendió la candidatura de Rodríguez por incumplir procesos internos.
Estas determinaciones han profundizado la división interna, generando protestas en bastiones cocaleros y amenazas de movilización nacional.
Actualmente, el MAS se encuentra dividido en tres bloques claramente identificables: el ala “evista”, liderada por Morales; el bloque “renovador”, encabezado por Andrónico Rodríguez y apoyado por sectores sindicales emergentes; y el grupo oficialista, cercano al presidente Luis Arce, que impulsa al exministro Del Castillo como posible sucesor.
Analistas coinciden en que esta crisis podría marcar el inicio del fin del dominio del MAS en la política boliviana.
Con al menos nueve candidaturas anunciadas para las elecciones del 17 de agosto, y sin una figura unificadora dentro del masismo, el escenario político se presenta más fragmentado e impredecible que nunca.