Samuel Doria Medina: ¿Líder opositor o actor de obstrucción política?

A pocos meses de las elecciones nacionales de agosto, el empresario y político Samuel Doria Medina ha logrado posicionarse como uno de los principales candidatos de la oposición. Sin embargo, su rol dentro del escenario electoral ha sido duramente cuestionado, tanto por ciudadanos como por actores políticos emergentes que lo acusan de actuar como «filtro» interesado más que como alternativa real al oficialismo.
Diversas voces han denunciado que Doria Medina está utilizando su poder económico para copar medios de comunicación, especialmente en televisión y redes sociales, con el objetivo de difundir encuestas supuestamente manipuladas que lo posicionan como el único candidato «viable» frente al MAS.
En algunos casos, se observa la publicación de sondeos sin ficha técnica, con muestras dudosas y resultados que excluyen deliberadamente a otros actores opositores.
Estas estrategias de posicionamiento se replican en redes sociales, a través de cuentas automatizadas y campañas pagadas, generando la percepción de que “no hay alternativa” fuera de su figura.
El efecto buscado es instalar la idea del “voto útil”, eliminando por desgaste o deslegitimación a otras opciones.
DENUNCIAS POR SABOTAJE A LÍDERES EMERGENTES
Lo más grave no son solo las tácticas comunicacionales. En las últimas semanas, se ha denunciado que Samuel Doria Medina estaría obstaculizando activamente la participación de nuevos liderazgos, ya sea mediante presiones económicas, alianzas cerradas de forma excluyente, o incluso sobornos para generar caos en otras siglas.
ENTRE LOS AFECTADOS, SE MENCIONAN:
José Carlos Sánchez: joven político con fuerte crecimiento en plataformas digitales, habría sido marginado de pactos políticos clave.
Rodrigo Paz: con experiencia y gestión municipal, habría sido presionado para desistir de una posible candidatura nacional.
Chi Hyun Chung, Jaime Dunn, Amparo Carvajal, Luis Lara, entre otros, han denunciado trabas administrativas o falta de acceso equitativo a espacios en alianzas opositoras.
Todo apunta a una estrategia de «cierre del juego político», donde las alternativas que no responden al círculo económico y político tradicional son descartadas desde el diseño de la oferta electoral.
Doria Medina ha llamado públicamente a la “unidad” de la oposición. Sin embargo, esta unidad parece estar construida en torno a su candidatura personal, sin apertura a otros actores.
En vez de ser un articulador democrático, muchos lo acusan de estar reconstruyendo una lógica empresarial de la política, donde el capital y los pactos cupulares definen quién entra y quién no.
Este enfoque pone en duda la legitimidad de su propuesta:
¿Se busca realmente derrotar al oficialismo, o preservar cuotas de poder dentro de una oposición controlada?
¿Se está escuchando a las nuevas generaciones o replicando prácticas del pasado?
RIESGOS PARA LA DEMOCRACIA
De confirmarse estas denuncias, Bolivia enfrentaría un escenario preocupante: una supuesta oposición que reproduce métodos antidemocráticos, marginando el pluralismo, la renovación política y la libre competencia electoral. En este contexto, el electorado se ve obligado a elegir entre opciones que no reflejan la diversidad real del país, lo que podría aumentar el voto nulo, el ausentismo o la radicalización social.