LÍDERES Y REPRESENTANTES

Críticas al Legislativo: Diputados y Senadores bajo la lupa por su escasa contribución al desarrollo del país

La Paz, Bolivia — En medio de una aguda crisis económica y social, aumenta el descontento ciudadano hacia la labor del Órgano Legislativo, conformado por la Cámara de Diputados y el Senado.

La crítica generalizada apunta a que estos representantes no están respondiendo a las necesidades reales del país, concentrándose más en disputas políticas internas que en la aprobación de leyes que impulsen el desarrollo nacional.

Los legisladores perciben salarios que superan los 23 mil bolivianos mensuales, sin contar viáticos, bonos y otros beneficios.

Sin embargo, desde distintos sectores sociales, se cuestiona la productividad y efectividad del trabajo legislativo.

“En vez de promover leyes que impulsen la economía, la producción o el empleo, se la pasan en pugnas partidarias, discursos estériles y sesiones sin resultados”, denunció un dirigente cívico del occidente del país.

Actualmente, gran parte del tiempo parlamentario se destina a interpelaciones políticas, acusaciones cruzadas entre oficialistas y opositores, y maniobras que paralizan el debate de proyectos urgentes. “Tenemos leyes estancadas que beneficiarían a las regiones, como la Ley de Industrialización o reformas al sistema de salud, pero siguen engavetadas por intereses partidarios”, explicó un analista político.

Este malestar también se refleja en las calles. Movimientos sociales, vecinos y plataformas ciudadanas comienzan a exigir una reforma profunda del aparato legislativo, que incluya la reducción de sueldos, fiscalización real de su trabajo y hasta la revocatoria de mandatos. “No podemos seguir pagando sueldos tan altos a personas que no producen resultados. El país se hunde en la pobreza mientras ellos discuten quién tiene más poder político”, expresó una manifestante en una reciente marcha en Cochabamba.

La falta de compromiso del Legislativo se hace aún más evidente ante la parálisis institucional que vive Bolivia, con pocos consensos, polarización extrema y un Estado que no logra dar respuestas efectivas a los problemas del pueblo.

Mientras tanto, el hambre, el desempleo y la escasez de productos básicos golpean con fuerza a los sectores más vulnerables.

Este escenario plantea la urgencia de revisar el rol del Legislativo, devolverle su carácter de servicio público y exigir una agenda parlamentaria enfocada en el bienestar común, por encima de los intereses partidarios.

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