Políticos sin rumbo: la pobreza y la crisis no se resuelven con arroz y poleras
En medio de la peor crisis económica y energética de las últimas décadas, la mayoría de los candidatos a la presidencia de Bolivia —sin distinción entre derecha e izquierda— siguen demostrando que carecen de propuestas reales y de credibilidad ante la ciudadanía.
Lejos de presentar planes sólidos para reactivar la economía, generar empleo o enfrentar la crisis energética, muchos aspirantes a la silla presidencial reducen su campaña a un simple “voten por mí”, acompañando su discurso con la entrega de arroz, aceite, un pan y sal, como si la dignidad de los bolivianos pudiera comprarse con migajas.
Este método, que en la práctica se convierte en la compra de conciencias, se disfraza de “ayuda” pero en realidad es un insulto a la inteligencia y la dignidad del pueblo.
La escena se repite en plazas, ferias y barrios: gorras, poleras y regalos baratos se distribuyen mientras los problemas estructurales del país —pobreza, desempleo, inflación y dependencia de las importaciones— permanecen sin solución.
Tanto en el ala oficialista como en la oposición, se observa el mismo patrón: promesas vacías, populismo de ocasión y ausencia total de un proyecto serio de nación. Bolivia no necesita candidatos que hagan marketing de la miseria, sino líderes con la capacidad, el coraje y la visión de reconstruir el aparato productivo, garantizar energía para el futuro y devolver la esperanza a millones de familias.
El pueblo boliviano merece respeto, no limosnas disfrazadas de campaña electoral. La historia ya demostró que quienes compran votos con gorras y bolsas de comida gobiernan para unos pocos, no para la nación.
