LÍDERES Y REPRESENTANTES

Feria de Alasitas cierra festividad de la Virgen de Urkupiña en Quillacollo

Puestos colmados de abarrotes, de billetes en dólares en miniatura, casitas, autos, títulos profesionales  y hasta pequeñas maletas caracterizan la Feria de Alasitas que se desarrolla como una actividad paralela a la fiesta de la Virgen de Urkupiña, en Quillacollo

En la feria se pueden encontrar canastas de abasto con víveres en miniatura que no pasan de los cinco centímetros: cargas de papa, cajas de tomate, quintales de arroz, aceite en envases de cinco litros.

Este año, la feria se encuentra en la avenida Martín Cardenas. En el lugar también har ofertas recreativas como  suerte sin  blanca, tiro al blanco, entre otros juegos mecánicos.

La tradición marca que todo comienza en agosto, cuando los devotos llegan hasta el templo de San Ildefonso para agradecer a la “mamita” y, acto seguido, recorren la feria buscando aquello que simboliza lo que esperan alcanzar en el futuro. Un título universitario para el hijo, un puesto de trabajo, la casa propia, un negocio próspero o hasta un vehículo último modelo.

A cada compra, le sigue  la bendición de las compras en el templo de San Ildefonso. La gente cree que, con el aval de la Virgen, esos sueños en miniatura se volverán reales. “Es como sembrar hoy para cosechar mañana”, dice doña Rosalía, vendedora de casitas en miniatura, mientras acomoda cuidadosamente las viviendas de yeso pintadas de colores vivos.

La Feria de Alasitas en Quillacollo no se entiende sin el contexto de Urkupiña. Cada agosto, la devoción trasciende la misa y la entrada folklórica: se encarna también en estas compras simbólicas que hablan de la búsqueda de prosperidad.

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