PARTIDOS POLÍTICOS

Bolivia soporta una grave crisis económica y un caos político

LA PAZ/SANTA CRUZ. – Bolivia atraviesa un momento crítico marcado por una severa crisis económica y una palpable inestabilidad política. Mientras la población lucha por la supervivencia diaria ante el encarecimiento de la canasta familiar, la clase política, ensimismada en luchas internas y «guerra sucia», parece desentendida del sufrimiento del pueblo.

LA SOBRECARGA DE LA ECONOMÍA INFORMAL

La vida económica boliviana se ha trasladado, de forma masiva, a la calle. El fenómeno de la economía informal ha alcanzado niveles récord, convirtiéndose en el principal refugio para millones de personas que no encuentran empleo formal.

Según informes de organismos internacionales, hasta el 80% de la población ocupada en Bolivia se desempeña en la informalidad, una de las tasas más altas de América Latina.

Las calles de La Paz, Santa Cruz y Cochabamba se encuentran «inundadas de comerciantes minoristas y ambulantes», como un termómetro visible de la falta de oportunidades.

Esta expansión de la informalidad es un síntoma directo de:​Falta de fuentes de empleo digno: La economía formal no genera los puestos de trabajo que el país necesita.

Aumento de la pobreza: La precariedad laboral condena a las familias a ingresos inestables, alimentando el círculo de la pobreza.

PRECIOS DESCONTROLADOS Y HAMBRE

El desequilibrio económico se siente con crudeza en los hogares. La escasez de dólares, la falta de diésel y la presión inflacionaria están impactando directamente los precios de los alimentos y bienes básicos, provocando un incremento considerable en la canasta familiar. Esta escalada de precios, en un contexto de ingresos estancados o precarios, se traduce en una realidad ineludible: hay hambre y una creciente inseguridad económica para vastos sectores de la población.

La desesperación social es visible. Las demandas ciudadanas por la escasez de dólares y el alza de precios han sido, según reportes de conflictividad, la principal causa de las protestas y bloqueos que se han registrado en el país, reflejando una profunda crisis de gobernanza.

LA CRISIS POLÍTICA: DESCONEXIÓN Y AGRAVAMIENTO

En medio de esta emergencia social y económica, el panorama político boliviano se ha convertido en un campo de batalla dominado por la retórica y la confrontación. La cercanía de las elecciones presidenciales de 2025 ha exacerbado la polarización.

La pugna interna en el partido de gobierno, sumada a la fragmentación de la oposición, ha paralizado la capacidad de respuesta del Estado.

El sentir generalizado entre la ciudadanía es que los candidatos y líderes están más concentrados en la «guerra sucia» y en la pugna por el poder que en presentar soluciones concretas a las necesidades urgentes del pueblo, como la generación de empleo o la estabilización de precios.

Expertos y analistas coinciden en que la crisis de gobernanza está demorando la implementación de reformas estructurales necesarias para la economía.

Bolivia se encuentra en una encrucijada peligrosa. El clamor popular es un llamado desesperado a la clase política para que deje de lado sus disputas y priorice un plan de rescate nacional que aborde la crisis económica, combata la pobreza, y dé un giro a la creciente inseguridad ciudadana. La pregunta que resuena en las calles es: ¿Quién salvará a Bolivia del desastre?

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