Andronico Rodríguez -comunista- pretendió ligarse a sus enemigos de la derecha-MTS

En Bolivia, los partidos políticos parecen haber dejado de lado los principios ideológicos para convertirse en vehículos electorales al mejor postor, comento el abogado constitucionalista, Jose Carlos Sanchez.
El más reciente episodio que confirma esta tendencia es el intento del dirigente cocalero Andrónico Rodríguez de utilizar la sigla del Movimiento Tercer Sistema (MTS), partido fundado por Félix Patzi y que, según José Carlos Sánchez, se ubica en el centro-derecha del espectro político.
Rodríguez, cuya trayectoria está ligada al ala más radical del Movimiento al Socialismo (MAS), con un discurso abiertamente marxista y de izquierda tradicional, ha protagonizado un intento de negociación con el MTS que ha sido observado por el Tribunal Supremo Electoral y ha generado una fractura interna en esa organización.
La posibilidad de que un político con un perfil ideológico diametralmente opuesto utilice la sigla de un partido con principios supuestamente distintos pone en evidencia el grado de oportunismo político que domina el escenario boliviano.
Esta no es una simple movida estratégica. Es un síntoma de una enfermedad más profunda: en Bolivia, las ideologías son prescindibles, y los principios, descartables.
Lo que importa no es el contenido del discurso político, sino el acceso a una sigla habilitada para participar en elecciones. En otras palabras, el poder se vuelve un fin en sí mismo, y la coherencia ideológica, un estorbo.
El caso de Andrónico no es único, pero sí especialmente simbólico. Se trata de un dirigente que, durante años, se presentó como una figura intransigente, formada en el sindicalismo cocalero del trópico cochabambino, moldeado en la escuela del MAS de Evo Morales.
Su reciente intento de alquilar una sigla como la del MTS, que poco o nada tiene que ver con su historia política, lo retrata como un actor desorientado y pusilánime, dispuesto a renunciar a sus banderas por mantener protagonismo en el tablero político.
Lo más preocupante es que este tipo de maniobras ya no generan sorpresa ni escándalo.
En un país donde los pactos políticos a menudo desafían la lógica y la ética, los ciudadanos se han vuelto testigos resignados de un juego en el que todo vale.
Hoy en Bolivia, un político puede militar en la izquierda, postularse con una sigla de centro-derecha, pactar con antiguos adversarios y hasta abrazarse con sus más feroces críticos si eso le garantiza un lugar en la papeleta.
Así, la política nacional se ha convertido en una carrera de ambiciones personales, donde los partidos ya no representan ideas, sino simples marcas disponibles para transacciones. El caso de Andrónico Rodríguez y el MTS es solo un reflejo de esta descomposición.
Lo que está en juego ya no es solo el rumbo de una candidatura, sino la credibilidad del sistema político en su conjunto.