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Bicentenario con sabor amargo: Bolivia cumple 200 años entre pobreza, desigualdad y abandono del área rural

LA PAZ / 6 de Agosto de 2025 – Bolivia conmemora 200 años de independencia nacional, pero lo hace sumida en una profunda crisis estructural que atraviesa lo económico, social y político.

Lo que debería ser una fiesta de unidad y orgullo nacional, se transforma en un momento de reflexión amarga: Bolivia es un país diverso, rico en cultura y recursos naturales, pero con una población que aún sufre pobreza, desigualdad y exclusión.

En regiones enteras del altiplano, los valles y la Amazonía, predomina la precariedad. El área rural sigue marginada del desarrollo, ajena a procesos de modernización agrícola, carente de servicios básicos y sin oportunidades para las nuevas generaciones.

Esta situación ha provocado un éxodo constante de familias campesinas hacia las ciudades o al exterior, dejando tierras abandonadas y quebrando el tejido productivo nacional.

“El Bicentenario nos encuentra sin un verdadero proyecto de país”, señala el economista Jaime Zurita. “Bolivia sigue dependiendo de la exportación de materias primas. No hay industrialización, no hay diversificación productiva y el campo está completamente olvidado por los gobiernos de turno”.

Desde la recuperación de la democracia, los recursos naturales —gas, minerales, litio, madera, agua— han sido explotados de manera acelerada pero sin una planificación sostenible.

La bonanza económica de anteriores décadas no se tradujo en transformación estructural. “Se saquearon los recursos en nombre del pueblo, pero sin beneficiar realmente al pueblo”, apunta Zurita.

UNA POBREZA ESTRUCTURAL QUE PERSISTE

Según datos del INE, cerca del 30% de los bolivianos aún vive en situación de pobreza moderada o extrema, y en áreas rurales la cifra supera el 50%. En el Bicentenario, miles de niños aún caminan horas para llegar a una escuela sin libros ni tecnología, mientras madres dan a luz sin asistencia médica y productores agrícolas venden sus cosechas a precios irrisorios por falta de caminos, mercados o apoyo técnico.

EL BICENTENARIO DE LAS PROMESAS INCUMPLIDAS

Durante años, distintos gobiernos han prometido “revoluciones productivas”, “vivir bien” o convertir a Bolivia en “corazón energético de Sudamérica”. Pero en la práctica, la improvisación, la corrupción, el despilfarro y la polarización política han impedido consolidar un modelo de desarrollo justo e inclusivo.

A 200 años de su nacimiento como República, Bolivia enfrenta un futuro incierto: crisis energética, falta de inversión, deuda externa creciente y un aparato estatal sobredimensionado pero ineficiente. La conflictividad social aumenta y la confianza en las instituciones se debilita.

¿QUÉ PAÍS ESTAMOS CELEBRANDO?

En los pueblos y comunidades, el Bicentenario ha pasado casi desapercibido. No hay festejos masivos, ni alegría colectiva. “¿Qué vamos a celebrar si no hay trabajo, no hay salud ni futuro para nuestros hijos?”, se pregunta Maruja Flores, agricultora del Valle Alto de Cochabamba.

La verdadera celebración que espera Bolivia no es una fecha en el calendario, sino la posibilidad de construir un país donde todos —rurales y urbanos, jóvenes y mayores— puedan vivir con dignidad, con oportunidades, con justicia.

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