LÍDERES Y REPRESENTANTES

Bolivia celebrara el Bicentenario en medio de crisis económica, dependencia y abandono estatal

La Paz, 31 de julio de 2025. Mientras el país se prepara para celebrar su Bicentenario, Bolivia enfrenta una de sus etapas más críticas en términos económicos, sociales y políticos.

A 200 años de su fundación, el país continúa sumido en la pobreza estructural y el subdesarrollo, pese a su inmensa riqueza natural.

Lejos de conmemorar logros sustanciales en desarrollo y bienestar, el pueblo boliviano observa con preocupación cómo la promesa de una patria soberana y próspera sigue siendo un anhelo postergado.

Con una economía estancada, marcada por la falta de inversión, el aumento del desempleo, la escasez de dólares y la inflación silenciosa que golpea a los hogares más humildes, Bolivia continúa dependiendo de la ayuda internacional y de préstamos que endeudan aún más al Estado. La pobreza se ha vuelto una realidad cotidiana para millones de familias que hacen fila por alimentos, combustible o servicios básicos.

Pese a contar con abundantes recursos naturales como el gas, el litio, los minerales y tierras fértiles, estos han sido explotados principalmente por intereses transnacionales, dejando migajas para el país. Las riquezas no se traducen en desarrollo, porque los gobiernos –pasados y presentes– han sido incapaces de implementar políticas soberanas y estratégicas que prioricen al pueblo por encima del lucro extranjero.

A nivel energético, la situación también es alarmante. Bolivia, que alguna vez soñó con ser el corazón energético de Sudamérica, hoy importa combustible, raciona gas en algunos sectores y carece de inversión real para garantizar su autosuficiencia. La planificación estatal ha sido sustituida por la improvisación y el discurso político vacío.

La ciudadanía, cada vez más desencantada, observa cómo las élites políticas viven ajenas a la realidad, enfrascadas en disputas de poder, mientras el país se hunde en una crisis estructural. En lugar de unidad y propuestas, se repiten las viejas prácticas: promesas incumplidas, corrupción impune y exclusión de nuevas voces y liderazgos.

«Hagan algo por Bolivia. No la postren más en la miseria y el abandono», es el grito de miles de ciudadanos que sienten que el Bicentenario es solo un símbolo vacío, un festejo para pocos en medio del sufrimiento de muchos.

Bolivia no merece ser un país mendigo teniendo tanta riqueza. Lo que necesita es una transformación profunda, valiente y ética. Aún estamos a tiempo de cambiar el rumbo, pero para eso se necesita voluntad política, justicia social y un verdadero compromiso con el pueblo.

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