BOLIVIA EN LA ENCRUCIJADA: sin rumbo claro y sin líderes nuevos

Bolivia se encuentra nuevamente frente a una elección crucial, pero también frente a una profunda crisis de representación política.
A medida que los partidos inscriben sus binomios presidenciales, senadores y diputados, el ciudadano común no encuentra una alternativa real que despierte confianza, convicción o esperanza.
Lo que abunda son los candidatos oportunistas, tránsfugas de una sigla a otra, camaleones ideológicos que ayer eran oficialistas y hoy son opositores, o viceversa.
Muchos son nombres ya conocidos, con más historial de alianzas convenientes que de servicio al país.
La corrupción, lejos de erradicarse, se ha convertido en una sombra constante que contamina todas las estructuras del poder.
No hay renovación verdadera. Los jóvenes con potencial y liderazgo ético están fuera del radar de las cúpulas partidarias.
En su lugar, surgen candidaturas empresariales vacías de contenido político o propuestas populistas sin sustento técnico.
En medio de todo, sectores que se sienten dueños del poder —como el bloque del Chapare— se resisten a ceder protagonismo, incluso cuando su tiempo político ya ha mostrado señales de desgaste.
La polarización entre derecha e izquierda, entre masismo y antimasismo, ya no convence. Bolivia necesita una nueva ruta, una tercera vía donde la gestión pública no sea botín, sino compromiso. Donde la política no sea trinchera, sino herramienta de desarrollo.
Mientras tanto, el ciudadano sigue atrapado en la incertidumbre. Votar se ha vuelto un ejercicio de resignación, no de esperanza.
La gran pregunta es: ¿cuándo aparecerán los verdaderos líderes emergentes? ¿Cuándo dejaremos de elegir al «menos peor» para apostar por el mejor?
Hasta entonces, Bolivia seguirá en esta encrucijada.