El país no necesita más camaleones políticos. Necesita coherencia, convicción y renovación

La política boliviana vuelve a mostrar su rostro más contradictorio con la irrupción de Jaime Dunn como aspirante presidencia, sin embargo el oportunismo de Jaime Dunn ensucia el escenario electoral y margina a nuevos liderazgos
Lo llamativo del caso no es solo su repentina aparición, sino su pasado como militante y funcionario del Movimiento al Socialismo (MAS), partido con el que incluso ocupó cargos durante el gobierno de Evo Morales.
El cambio de camiseta de Dunn no es un hecho aislado, pero sí representa un síntoma claro del oportunismo político que tanto daño le ha hecho al país.
Sin mediar autocrítica, sin una explicación coherente sobre su viraje ideológico, ahora busca representar a un partido cuyas bases rechazan justamente lo que él defendía hace no mucho tiempo.
Esta conducta no solo deslegitima su candidatura, sino que degrada aún más la confianza de la ciudadanía en la política.
A esta polémica se suma la disputa interna por las siglas de ADN con José Carlos Sánchez, otro actor con ambiciones presidenciales.
La pelea por el control de un “sello” partidario demuestra que muchos políticos siguen viendo las elecciones como una carrera personal, vacía de propuestas, donde lo único que importa es quién se queda con la franquicia.
Mientras figuras como Dunn acaparan titulares, nuevas voces con propuestas frescas y un compromiso real con el país siguen siendo marginadas por la vieja lógica del caudillismo y la ambición. Es hora de que el escenario político dé espacio a los emergentes: líderes ciudadanos, profesionales comprometidos, jóvenes con vocación de servicio y actores territoriales que sí representan el sentir de la gente.