José Pomacusi en la mira: lo acusan de racismo y de servir a los millonarios de la política

La campaña electoral se sacude con una grave denuncia: el candidato presidencial por Acción Democrática Nacionalista (ADN), Pavel Aracena, acusó públicamente al periodista José Pomacusi de burlarse de su color de piel durante una intervención mediática, calificando el hecho como un acto de racismo intolerable.
“Bolivia no puede permitir que un periodista use un medio de comunicación para humillar por la apariencia física o el origen de una persona. Esto no solo es discriminación, es una vergüenza nacional”, afirmó Aracena con firmeza.
Pero la acusación no se quedó ahí. Aracena fue más allá, señalando que Pomacusi “trabaja para los políticos millonarios” y recibe sumas millonarias para atacar o favorecer a ciertos candidatos. “Su micrófono no es libre, está comprado por intereses de poder”, denunció el postulante.
Este escándalo pone en evidencia la crisis de ética en el periodismo boliviano y plantea serias preguntas: ¿quién controla realmente lo que se dice en los medios?, ¿hasta dónde llega la influencia del dinero en la opinión pública?, ¿cuántos periodistas se han convertido en operadores políticos disfrazados de comunicadores?
Sectores sociales y ciudadanos ya exigen que se investigue el caso y que se siente un precedente. El racismo y la discriminación no solo son delitos en Bolivia, son una herida abierta que no puede seguir siendo utilizada como arma política ni como burla mediática.
La polémica está servida y la pregunta es inevitable: ¿informan para el pueblo o para el bolsillo de los poderosos?