Juan Pablo Velasco, candidato a vicepresidente por Alianza Libre “en el ojo del huracán político”

La Paz, 27 de junio de 2025 –La presencia de Juan Pablo Velasco como candidato a vicepresidente por la Alianza Libre, acompañante de Jorge «Tuto» Quiroga, ha generado una tormenta de especulaciones y cuestionamientos en Bolivia.
Entre los rumores que circulan en redes y prensa emerge uno especialmente alarmante: se le acusa de ser hijo de Álvaro Velasco, miembro del directorio del quebrado Banco Fassil, institución cuyos colapsos pasados dejaron miles de ahorristas afectados.
Sin embargo, hasta la fecha no hay evidencia sólida que respalde esa acusación. Voceros de la campaña afirman que se trata de una «campaña de descrédito» sin sustento, vinculada a un ambiente de alta tensión política preelectoral.
Juan Pablo Velasco seria Cofundador de Netcomidas.com, luego adquirida por PedidosYa (Delivery Hero), y lideró operaciones locales por 4 años, incrementando en 10 000 % el valor bruto transado.
Promotor y líder de la expansión de Yango en Bolivia y la región, generando más de 50 000 empleos indirectos .
Fundador de fintech PRESTO (primera VISA TPA en Bolivia) y de MOBI LATAM, una startup de movilidad limpia considerada la más valiosa del país .
En Bolivia existe una improvisación y renovación en un entorno volátil e imposiciones aceleradas en candidaturas.
La rápida aparición de figuras como Velasco en la cima de la fórmula presidencial es sintomática de un sistema político que prioriza la imagen y el estilo sobre la veteranía política.
En la campaña de la Alianza Libre, el perfil de “joven disruptivo” ha sido un activo para contrastar con los partidos tradicionales, pero también deja al descubierto la baja profundidad de los equipos políticos.
La acusación de nexo con Banco Fassil, aunque no probada, revela las debilidades de transparencia y filtros de investigación previos.
Este tipo de señalamientos se pueden gestar en ambientes donde no existen procesos rigurosos de revisión de antecedentes familiares en candidaturas.
Velasco ofrece una narrativa fresca –tecnología, digitalización, criptos– que se enfrenta a una realidad: Bolivia lidia con recursos limitados, acceso parcial a internet, y rezagos en infraestructura básica.
La brecha entre discurso moderno y capacidades estatales reales genera desconfianza o escepticismo en amplios sectores de la sociedad.