OPINIÓN Y ANÁLISIS

Mientras el pueblo pasa hambre, políticos de izquierda y derecha juegan a la guerra del poder

La Paz, 29 de abril de 2025.— Bolivia se desangra en las calles, en los mercados, en las cocinas vacías de miles de hogares humildes, mientras los políticos —de izquierda, derecha y centro— continúan su circo de poder, alejados por completo del drama que vive la gente.

La inflación es real. El costo de los alimentos básicos está por las nubes. Comprar carne se ha vuelto un lujo, y el pan escasea en muchas mesas. Pero en lugar de enfrentar la emergencia, el Gobierno sigue repitiendo discursos triunfalistas que insultan la inteligencia de la población. ¿De qué estabilidad hablan cuando la olla está vacía?

La oposición, por su parte, tampoco ofrece respuestas. Se alimenta del caos y apuesta al fracaso del país para pescar votos entre el descontento. Critican todo, proponen nada. Son tan culpables como quienes hoy desgobiernan.

Nadie asume la responsabilidad de esta crisis. Mientras tanto, los privilegios de los políticos siguen intactos. Dietas jugosas, vehículos de lujo, viajes innecesarios y campañas disfrazadas de gestión pública. ¡Vergüenza debería darles!

El pueblo boliviano no necesita más promesas. Necesita soluciones. Necesita que se controlen los precios, que se apoye la producción nacional, que se deje de importar todo lo que podríamos producir aquí. Necesita empleo digno, no bonos momentáneos que solo maquillan la miseria.

La paciencia se agota. Bolivia no puede seguir siendo rehén de una clase política que vive de la miseria ajena.

El país exige un cambio real, una sacudida profunda que devuelva el poder a la gente y no a los que usan la política como negocio.

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